- Entonces, resumimos: una mesa, sillas, una luminaria, y quizás una litografía... O quizás dos...? ¿Eso Es?
- Porque no... Ya veremos...
¿Qué puedo decir? Clara ha decidido volver a decorar el salón. ¿Por qué no?
Y ya que estamos de paso en Rouen, pasemos por la tienda Retro Design, calle Beauvoisine, el anticuario de referencia del diseño de los años 60 y 70. Su propietario, Jean Michel Homo, es el autor y el editor de "La Cote du Design", una recopilación de más de 3000 objetos de diseño de los años 50 hasta hoy, con una estimación de su valor sobre el mercado. Un trabajo titánico, que renueva cada dos años. El resultado esta visible desde el escaparate: un libro de 600 páginas, más de un kilo, dominando sobre una mesa de la tienda.
- ¿Eso es un teléfono? Pregunta Julie mirando hacia un teléfono con un disco naranja.
- ¡Es el precursor de los Smartphone! le contesta Clara. Había uno en mi casa cuando era pequeña, en casa de tus abuelos. ¡Mira, hasta hay numero grabados, como en un Smartphone!
En efecto, sobre el disco, aparecen los contactos de la Policía y del Telégrafo!

En la tienda domina la elegancia del diseño de los años 60 y 70, minimalista en las formas, excéntrico en los colores, con tonos llamativos. Modestos objetos del cotidiano se mezclan con las creaciones más emblemáticas de ese periodo, con los sillones en forma de huevo, en ese caso un Ball Chair naranja y marrón, con los asientos Tulipe o las lámparas Kundalini...

Clara ve enseguida una mesa Saarinen blanca, de la cual acaricia la superficie, en búsqueda de imperfecciones.
- ¿Qué piensas de eso? Pregunta sonriendo. ¿Con las sillas allí? Quedaría bien, ¿no?
- ¿Las de plástico?
- Ah, eso no es plástico, corrige Jean-Michel Homo, es fibra de vidrio. Todas las sillas Eames, de Herman Miller, son de fibra de vidrio. Para una buena razón: es mucho mas resistente, aguanta muy bien el tiempo. ¡Mire! Esas sillas tienen más de 40 años y siguen en un estado perfecto. No se dobla como el plástico y tampoco se rompe!

No hace falta concertarse, se que la decisión ya está tomada. El regateo va a empezar. Clara es una estupenda negociadora, al revés que yo: mejor dejarla sola en la arena. Y como Julie, que no se atreve a tocar nada, empieza a aburrirse, la llevo en una tienda de al lado donde se que podrá rebuscar a gusto: en la tienda de Joseph y Marie Trotta, librería de viejo y anticuarios, a unos metros.
Es poco decir que el atmosfera es diferente. En la tienda Retro Design todo está en orden, en líneas netas y depuradas, volúmenes mínimos, y siluetas estilizadas. Incluso el propietario, Jean-Michel Homo, encarna esa estética del diseño de los años 60.
En cambio, en la tienda de los Trotta, un alegre desorden mezcla todos los estilos y todas las épocas. Pilas de libros hasta el techo y escaleras estrafalarias. Y el propietario barbudo, llevado un sombrero dentro de su tienda, un lápiz sobre la oreja, encarna por su parte el aficionado de gabinete de curiosidades estrambótico y al que le gusta disfrutar de la vida.
La pareja Trotta se ha dividido la tienda: a la señora le toca las antigüedades, al señor los libros antiguos.
Quizás tengan algunos objetos de los años 70, que podrían acordarse con nuestras otras compras quien sabe.

- A ver...piensa Joseph Trotta. Aquí tiene una cajita normanda del siglo XIX. Era para el ajuar de los novios... ¡Es una fabricación típica de Rouen!
- Si, es bonito, pero busco algo más de los años...
- También tengo esa bonita litografía del principio del siglo, aquí, sigue el Sr Trotta imperturbable... O un retrato de un burgués de Rouen, con sus dorados, allí.
- ¿Y de los años 70?
- Sobre ese estante, bonitas copas Baccarat, en estado perfecto. Mire, no es nada frecuente, el servicio está completo: 60 piezas...
- ¿Y de los años 70?
- ¡Un busto de Lenin, aquí! ¡Fabricado en URSS! ¡Eso data de los años 70!

No estoy totalmente convencido...
Julie, primero tímida, se ha lanzado ella en una búsqueda del tesoro en el medio de esa cueva de Ali Baba!
Allí está abriendo una por una pequeñas cajas, bajo la mirada atenta de la Sra. Trotta.
- ¡Oh! ¿Eso que es? exclama Julie delante el contenido de una de las cajas de cartón.
- ...Julie! ¿Qué haces? ¡No hagas tonterías!

- No se preocupe, me tranquiliza la Sra Trotta. Solo ten cuidado a no volcarlas, le dice a Julie. Mire jovencita: todas esas cajas pertenecían a una modelista de Rouen de la Belle Epoque. Son perlas, purpurina, dijes, cequís... Es para bordar vestidos, bolsos, sombreros... ¡Y aquí, tienes conchas! Están agujereados para poder coserles sobre un vestido, o poder pasar una pulsera. Con eso podrías hacer centenares de collares.
Julie no se cansa de observar esos minúsculos tesoros, pequeñas joyas naturales, todos diferentes, con reflejos nacarados.
Es inútil intentar disuadir a mi hija, es como su madre...
- Volvemos de aquí a unos minutos, les digo a los Trotta mientras salimos.

Al parecer Clara y Jean-Miche Homo han llegado a un acuerdo.
- ¿Entonces?
- Entonces una mesa Saarinen, con las sillas Eames, esas. Y la mesa baja a conjunto, por supuesto, Saarinen también. Y las dos lámparas Pehrson, edición Lyktan, para no separarles. Y la litografía, allí. Y...creo que ya esta...
- Ya veo... ¿Y cómo vamos a entrar todo eso en el coche?
- ¡Lo entregan todo a domicilio la semana que viene! Contesta con entusiasmo. Y vosotros, ¿habéis encontrados algo?
- Si, precisamente, todavía queda trabajo de negociación para ti, justo en frente, ¿verdad Julie?