Empecemos con un poco de historia… La lema de Forges-les-Eaux, « Ferro et Aqua » es una referencia directa a la historia del balneario; significa « Por el hierro y por el agua ».

Desde la época galo-romana, se han instalado forjas en ese territorio, debido a la abundancia de los bosques cercanos que permitían alimentar el fuego necesario para la explotación del hierro. Se mezclaba ese último con carbón de leña que encendían, para permitir la combustión. Se prosigue esa actividad hasta el siglo XVI y tiene un impacto sobre la calidad de las aguas locales.

Es Nicolas De Moy, gobernador de Gisors, que descube, en 1573, la naturaleza ferruginosa y, entonces, reconstituyente de las aguas de Forges. Desde entonces, incesantes procesiones de enfermos vienen tomar el agua. Se precipitan de todas partes para tratar la esterilidad o la hidropesía. Luis XIII en persona hace el viaje hasta Forges en 1633, más tarde Ana de Austria y Richelieu se reunirán con él. Su objetivo: por fin dar un heredero al reino de Francia. Una búsqueda que acabara con un éxito ya que tras unas estancias y curas, la reina ofreció Luis XIV a Francia y a su rey. Calidades del agua, beneficio del campo o simplemente el dejar las sangrías, recurrentes en esa época, nunca se sabrá cual fue el remedio que acabó con 20 años de esterilidad, en la felicidad que podemos imaginar.

Verdadero estilo de vida jovial, el cotidiano de esos "bebedores de agua" estaba marcado por fiestas, espectáculos y juegos, especialmente bajo el reino de Luis XVI.

En el siglo XIX, con la moda de los baños de mar que se desarrollan en la Costa de Alabastro, se edifica el primer establecimiento termal cerca de las tres fuentes ferruginosa s de Forges: la Reinette, la Royale y la Cardinale. El establecimiento proponía cuartos de baño, duchas y, lo mejor de lo mejor, el Gran Casino, destruido en 1896 por un incendio. No pierden el ánimo, y en 1902, se inaugura otro casino. El edificio termal, ocupado durante la segunda guerra mundial y derribado a la liberación, ha sido remplazado por un templete. Apodado durante su construcción "el platillo volante", es alrededor de esa rotonda que los agüistas venían para beber el agua ferruginosa de Forges hasta el principio de los años 1980. Hoy en día, los grifos están cerrados y Forges-les-Eaux ya no está clasificada como estación termal debido a los beneficios demasiados débiles de su agua.

El pasado termal de Forges-les-Eaux ha marcado la arquitectura del lugar.

El hotel Continental, el hotel más antiguo de Forges-les-Eaux, data de 1870. En esa época se trataba del edificio más moderno de la ciudad gracias, entre otras cosas, al agua caliente y la luz con gas que proponen en cada planta. Su arquitectura en forma de cabaña es típica de las construcciones que se desarrollan en las ciudades de agua a finales del siglo XIX, cuando arranca la arquitectura de los lugares de veraneo.

Los elegantes chalets construidos cerca del Casino son recuerdos del final del siglo XIX – principio del siglo XX. Construidas en un principio para estar alquiladas por agüistas de veraneo, se vuelven pronto lugares de habitación permanentes. Esas casitas están hechas con los materiales de moda de la época, vueltos asequibles gracias al desarrollo industrial y al ferrocarril: ladrillos, metal, vidrio, además de la madera, están cada vez más presentes en la provincia.

Al amanecer del siglo XX, el grupo Partouche se encarga del destino del Gran Casino. Placeres del juego, pero también placeres del agua: la creación de un importante centro de talasoterapia en el Forges Hotel, ha vuelto a poner de moda la tradición del agua!

¿Quiere más informaciones? Siendo una verdadera apasionada por su ciudad, Stephanie de la Oficina de Turismo de Forges-les-Eaux le acompaña por una visita guiada relajada y llena de anécdotas.