Le Havre, Patrimonio Mundial de la Humanidad

Mucho tiempo considerada como gris y sin encanto, Le Havre es hoy una ciudad llena de nuevas cosas y cada vez más atractiva...

Las cámaras de televisión o de cinema, los grandes porta-contenedores del mundo y los cruceros, los enamorados de deportes de deslice o de vela, los arquitectos y los lugares que se animan y crean participan al renacimiento de Le Havre.  Esa atrevida ha sabido provocar otras miradas y encontrar su estilo moderno y girado hacia la alta mar, lo de una ciudad que siempre renace de sus cenizas, enfrenta los desafíos e imagina su porvenir. Ciudad estudiante, ciudad portuaria, Le Havre también es una ciudad donde hay que saber callejear, vagar, subir para apreciar las pequeñas calles llenas de encanto de su colina, los muelles y su segunda vida, y panoramas tan inesperados como deslumbrantes sobre la ciudad, el puerto y la costa normanda. ¿Por cierto, en cuantas ciudades de Francia se puede almorzar en la playa 6 meses al año?...

La arquitectura Perret

Paseando Avenida Foch en Le Havre, y mirando la arquitectura impresionista que le rodea, uno se puede preguntar lo que pasó aquí y quien dibujó ese barrio con una identidad tan fuerte. Después de la segunda guerra mundial, la ciudad de Le Havre queda la más destruida de Francia: 5 000 muertos, 80 000 personas sin hogar... Hay que volver a construir la ciudad, y rápido. El gobierno francés pregunta entonces a Auguste Perret de encargarse de la obra.

El, Perret el poeta del hormigón armado del cual es el gran especialista, ve en grande para la ciudad oceánica. Se inspira de los antiguos mapas de la ciudad, cada sitio, cada calle vuelve a encontrar su lugar de antes de guerra. Alinea los edificios siempre con la misma trama, esa famosa cifra de 6,14, un solo número adaptable por todas partes: espacio entre dos columnas, tamaño de las ventanas, ancho de las calles... todo es un múltiplo de 6,14. La calle Paris recuerda la calle Rivoli en Paris, y qué decir de la Avenida Foch, más ancha que los Campos Elíseos que conecta el ayuntamiento al mar. Punto culminante: la iglesia San Jose. La catedral de hormigón, obra maestra de Perret que falleció antes de acabarla, vigila la ciudad marina como si fuera un faro espiritual. Tómese el tiempo de descubrir ese edificio, solo basta con un simple rayo de sol para saborear la magia del lugar y de su torre linterna de 12 000 vidrieras.

Clasificada desde 2005 al Patrimonio Mundial de la Humanidad por el UNESCO, la arquitectura de Perret, antes desprestigiada, tiene el viento en pupa. Auguste Perret, el mismo decía que el hormigón es un material "más bonito y más noble que la misma piedra natural". En todo caso, con esa reconstrucción y esa arquitectura atrevida, Perret ha ofrecido a Le Havre sus letras de nobleza.

La marca LH

I love LH, es uno de los eslóganes de la ciudad reconstruida por Perret.
Un poco por todas partes, esas dos letras vuelven en la boca de los habitantes de Le Havre.
Al igual que Los Ángeles y su famoso LA, Le Havre ahora también puede contar con su LH, tanto que incluso se creó una marca alrededor de Alix Chesnel y su "pandilla de amigos": LH Original. LH para Le Havre obviamente. Camisetas, objetos, café 100% made in Le Havre. Desde 2010, esa marca conoce un verdadero éxito y da a la ciudad una nueva imagen haciendo de ella el orgullo de sus habitantes.